viernes, 12 de diciembre de 2008

LA MEJOR MASCARILLA PARA LA PIEL



¡Cuantos productos de belleza en el mercado! Yo me quedo asombrada con todo lo que ponen a nuestro alcance, unos utilizan la química, otros lo hacen de manera natural. Unos cierran los poros, los otros los abren, unos quitan el exceso de grasa, otros añaden, rostros tan sofisticados como los ingredientes de la composición. ¡No sé por dónde empezar! ¿me cierro los poros primero o me los abro? ¿me quito la grasa antes y después me la pongo otra vez? ¡ay que lio!
Hay algo que no tiene precio, que da tremenda transparencia a la piel, brillo en los ojos, armonia al caminar, pero no es un ingrediente "añadido", sólo "se nace con él".
La bondad. ¡Que regalo! no hay suficiente oro en ninguna tarjeta de crédito que pueda pagar este don. ¿Y la maldad? Lo mismo. Se nace. Sus efectos son destructores y poquito a poco minan a quien la sufre. Amarillea la piel, los ojos no brillan, sueltan chispas, la sonrisa es una mueca apretada, quien la padece, es algo así como "corto de pellejo", al sonreir los ojos se entrecierran un poquito, ¡que desagradable sensación! mejor disimularla permaneciendo serios. A veces explota en forma de granos. Los granos también pueden aparecer después de comer picantes, chocolates, etc., pero esos sí desaparecen con uno de esos productos eficaces. Los otros, tampoco hay oro en ninguna tarjeta de crédito para hacerlos desaparecer. Ambos sentimientos tienen algo en común, basta una simple ojeada, ¡son tan delatores!

No hay comentarios: