domingo, 14 de diciembre de 2008

¡BRINDEMOS!


Esa mano, cuyo único protagonista es el dedito gordo, brindó con la de ella, hace cuatro años y medio, por veinticinco años de unión. La sangre que corre por ese dedito gordo, es la que corre por otros tres deditos gordos, que hoy llenan toda su vida. Merece, por tanto, unas bonitas palabras, sería injusto dejarlo en el olvido. Sin él, no existirían. Mil gracias!
Ella tenía piel de manzana cuando le conoció, él le enseñó a amar y a volar de su cálido nido. Ella había leído en algún libro una frase de algún pensador..."amar no es mirarse a los ojos, es mirar juntos en la misma dirección". Ella no estaba de acuerdo. Nos miraremos siempre a los ojos, y ¡por supuesto! después de mirarnos, miraremos en la misma dirección. Ella intentaba muchas veces encontrarlos, y perdió muchas veces la partida, no encontraba la dirección de sus ojos. ¿Tal vez, mientras él se afeitaba, pegarse a su espalda y mirar en esa dirección, al espejo? No. Imagen virtual. No le servía.
Tal vez su Angelito se lo sopló. "Este es vuestro último brindis, abandona la lucha, no quieras convertirte en la víctima de tu vida, sé la protagonista. Nunca te ha gustado seguir la moda ¿verdad? no te gusta lo que lleva todo el mundo, te gusta ser diferente. El ya voló hace tiempo sin tu permiso, sé valiente, y abre tu también tus alas". Y en prueba de ese amor, cambió las alas imaginarias que él ya llevaba colocadas, por unas de verdad. "Vuela, mi pájaro preso, no encuentro tus ojos, y cuando miro los míos en el espejo, no los reconozco, algo ha robado su brillo, porque me siento tan presa como tú. No quiero una jaula de oro, no quiero una carroza a mi puerta, no quiero la seguridad del dia a dia. Sólo amor". Y por amor, así se hizo. Sería injusto brindar una vez más por lo que los dos pedían a gritos, "levantar el vuelo".

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