
El mar se despierta en calma cada día. Recibe los primeros rayos del sol sintiéndolos como un suave beso. El sol es presumido, se mira en esa transparencia, y le gusta verse reflejado en ella.
Pasa una gaviota entre ellos, proyecta su sombra sobre el mar, se acerca y emite un sonido gutural. El mar la salpica en forma de respuesta, con suave claridad. Y parece decirle "¿no te das cuenta, Gaviota, que lo que hay entre el Sol y el Mar, es especial y tú no formas parte de ésto?". Pues claro que no te das cuenta, las gaviotas no tienen la suficiente sensibilidad para apreciar que cada atardecer, el Sol y el Mar se unen en el infinito de la imaginación.
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