sábado, 18 de abril de 2009

AQUEL RAMITO DE VIOLETAS DE LA CANCION DE CECILIA


Las semanas corren que vuelan. Hoy, de nuevo es sábado. Antes de cambiar mis piernas por aleta, doy un repaso a mi casa para ponerla en orden.
Pero mi tic nervioso, que consiste en hacer guiñapos mi corazón y sacar todos los días algo nuevo de él, me hace perder tan sólo unos diez minutos.
Esta vieja canción ya no suena, y yo estoy escuchando Cadena Dial de fondo. Tal vez porque mezclo siempre la velocidad con el tocino, es que escucho canciones que están de actualidad y sin embargo, tarareo una como ésta, "Un Ramito de Violetas", de Cecilia. Pienso, ¿por qué demonios ese esposo se ponia un disfraz de gruñón delante de ella y, sin embargo, le mandaba versos y ramitos de violeta anónimos a su esposa? Ella imaginaba detrás de aquel romanticismo a otra persona. ¡Que cosas tiene el amor! A ver macho, si tenías la oportunidad de ser tierno en directo, ponerle esas Violetas al lado de su taza del desayuno un dia, y el poema, tal vez debajo de su camisón de dormir, o entre sus bragas, que un poco de picardía dá muy buen rollo a una relación, ¿por qué eras gruñón con ella y la mirabas de reojo mientras ella leía esos versos anónimos que eras tú mismo el que los escribía? Para matarte macho, de verdad. Si te pilla el adorable Papuchi, te diría "raro...raro...raro", como sólo él sabía prununciar la "erre". Pero ella tampoco era ninguna santa que digamos, porque ya tenía ganas de recochinear a su pareja con un ramito de violetas que le mandaba otro y demostrar que era feliz con unos versos de amor de un desconocido.
Tal vez si hubiesen estado enamorados, él no encontraría el camisón, encontraría un trocito de tela mucho más pequeño y transparente, fruto de la ilusión de ella, con la cual él adivinaría sus encantos. Y en el lugar que ocupaban sus bragas, estaría vacío y su nota se tropezaría con una de ella, diciéndole cariñosamente "hoy me recitarás en el oido tus preciosos versos, no los dejes en mi gaveta, mejor búscame por toda la casa y encuéntrame". Pero no, siempre lo complicamos todo. Pensamos demasiado. ¡Masocas!
Los que nos enamoramos y no encontramos la oportunidad de decírselo a la cara, tenemos ciertas disculpas en complicar las cosas inventando cómo hacérselo saber.
Enamorarme hasta las trancas me ha servido para perder kilos comiendo lo que me dá la gana, que mis ojos se sombreen de unas suaves ojeras y que mi aspecto sea melancólico. Bueno, no está del todo mal.
¡Uy! me voy, que suena "Colgando en tus Manos". Número Uno hace como treinta semanas, la canción del momento y la canción que irá ligada siempre a mi amor. Me toca bailar con mi escoba del alma.
¡Eeehhh escobita! ¿por qué corres?

1 comentario:

Alba Garrido dijo...

Eres increíble, me encanta tu sensibilidad, chica, tienes el toque perfecto.
Ojalá y en este mundo hubiera más seres como tú.
Viviríamos en el arcoiris