sábado, 11 de abril de 2009

LA VIDA EN DIRECTO


Me gusta soñar, me encanta imaginar, pero al mismo tiempo, adoro escuchar atentamente todo lo que me rodea. Por éso, la música la escucho mientras trabajo, muy bajito, o mientras limpio, con un poquito más de volúmen para que me dé marcha, al tiempo que mi fregona se convierte en mi pareja de baile. Pero cuando salgo a la calle, escucho lo que la vida me cuenta.
Me visto de Sirenita y cojo mi mochila roja, en cuanto meto el dedo gordo en esa cálida transparencia, vuelvo a volar con la imaginación, mientras siento que mi cuerpo allí dentro no pesa nada, toda esa agua me sostiene, de la misma manera que esos músculos dorsales que yo me encargo de fortalecer, sujetan mi columna algo desviada.
Una pareja está a punto de entrar en un coche, es inevitable no escuchar un momento su diálogo mientras paso muy cerca de ellos, una de las niñas se unta cacao en los labios distraídamente. Ella le dice a él "¿vamos a Pontevedra esta tarde?", y él le contesta, "lo que mande mi señora". Yo doy dos pasos más, y muy bajito, susurro "¡que bonito!". Siempre digo que las cosas son mutuas, sin duda él le ha contestado tan elegantemente, correspondiendo a un "lo que ordene mi señor", que ella le habrá pronunciado horas antes.
No me hubiera importado lo más mínimo que escucharan el "¡que bonito!" que me salió del corazón, o a lo mejor sí que me escuchó la niña que estaba un poquito más apartada mientras guardaba su barrita de cacao, mientras dijo también muy bajito "¿a que sí?".

No hay comentarios: