jueves, 27 de agosto de 2009

EL TIEMPO, UN ELEGANTE CABALLERO


Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, ¡y un jamón!. Yo no pienso así.
Me siento en mi mecedora, y le digo, tiempo, tu trabaja y ponme en mi sitio. Yo, mientras tanto, espero aquí a que tú lo hagas todo.
El tiempo es el más elegante de los compañeros. Camina en absoluto silencio, y sin embargo, va dejando su huella profunda. Lo comparo con las pisadas sobre la arena húmeda
Caminar junto a él, nos da experiencia.
Me di cuenta que habia pasado veintiseis años junto a un machote, cuando un día me dije "ay va, pero si yo también tengo un par de pelotas, sólo que no se ven, las tengo para adentro". Y actué.
Me doy cuenta de que ya han pasado cuatro años, por la paz que he ido recuperando poco a poco y el bienestar conmigo misma, sintiéndome tremendamente honesta con los dos. Pero el tiempo no actuó por mí, simplemente, caminé a su lado, me apoyé en él para ganar o para perder en la toma de decisiones.
El tiempo nos habla sin palabras, a través de las hojas de los árboles, de los frutos de temporada, del crecimiento de los niños, de las bellas arrugas de expresión de los adultos y de la nostalgia en la mirada de los ancianos.
Se viste de invierno y de verano. Nos envía flores en primavera y nos pone un poquito tontos en otoño.
Vivo enamorada del tiempo, no lo saludo al pasar, porque camino siempre a su lado. Me lo imagino en forma de caballero a la antigua usanza, rodeando con su brazo mis hombros, ayudándome siempre a caminar con la mirada en el horizonte.
El tiempo pasado es la historia, el tiempo presente es como un regalo, envuelto de manera especial con un bonito papel, lo vamos abriendo poquito a poco, con la emoción de ir encontrándonos sorpresas, dulces o amargas, con gestos delicados y sin demasiada prisa, para tener un futuro sin muchas fisuras.
Mi caballero elegante, no quiero verte pasar, quiero caminar siempre a tu lado.

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