martes, 23 de junio de 2009

LA DELICADEZA ES COMO TUS PERLAS, AUDREY


Sí Audrey, la delicadeza de las personas es como esas perlas auténticas que adornan tu espalda, escasa.
Soy una admiradora de tu elegancia innata, de la dulzura de tus ojos por la que se asoma un brillo de picardía, de tu fragilidad femenina y de tu enorme delicadeza.
Si ninguna de estas cualidades está reñida con la alegría, la naturalidad o la espontaneidad, ¿por qué son tan escasas las personas que transmiten todo ésto?
En esa fresca imagen, saboreando ese croissant, sin quitarte los guantes, incluso estarías más elegante sin las perlas, porque la elegancia estaba en tí, Audrey.
Pienso que tu corazón era tan delicado como tu aspecto exterior.
Y con un corazón tan delicado, y con un gesto tan suave como tus pasos enfundados en unas simples valerinas, anudabas un pañuelo en tu cabeza.
Parecías estar por encima de tantas y tantas cosas banales.
Humana. Tremendamente humana.
¿Sabes Audrey? Una pequeña foto tuya, en blanco y negro, colocada en mi impresora, por donde saliste sin esmerarme en la calidad de la imagen, me hace pensar que entrenar para cultivarse interior y exteriormente, es delicioso. Aqui tienes una fiel admiradora.

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