sábado, 27 de junio de 2009

AZULEJOS BRILLANTES, EL MEJOR ESPEJO


Froto y froto y froto, os dejo como espejos, si estuvierais horizontales, se podría comer encima.
Acostarme temprano como una niña buena, me hace levantarme con fuerza. El sol será tímido en Vigo mañana. Eso decían las noticias. Gracias, Sol, tengo que limpiar, ellos no lo saben, yo te lo he pedido. Sé bueno, quédate por ahí acurrucadito. Y me has escuchado. Como yo te escuché a tí, cuando te filtraste por la ventanilla del avión que me arrancaba de mi tierra, y me susurraste "yo seguiré brillando para tí, estés donde estés".
Me acompaña de fondo Dial tal cual, que los sábados por la mañana es como un regalo, mojo todas esas canciones en mi café con leche antes de ponerme en marcha. Mastico despacio esa nueva canción de Carlos Baute, "nada se compara a tí". ¡que linda!
Allí subida en una silla, descalza, no me resisto a mover el esqueleto, pierdo todo el tiempo del mundo, ¿quien tiene prisa? tan solo quiero que me queden relucientes, tan sólo quiero disfrutar de la música por la que me dejo embriagar, me sorprende mi imagen reflejada nítidamente y me gusto. Ejercicio después de mis tostadas, bien, muy bien. Ya tengo nuevo espejo para verme mientras bailo.
Loca, loca, loca, loca. Demasiados cuerdos sueltos. Probar, cuerdos, a dejar por un momento vuestros papeles de oficina, vuestra entrevista, vuestro papel de padre, o de madre, de ejecutivo, de enfermero, de barrendero, y esteis donde esteis, mover el esqueleto como si la música os cayera del cielo como un chaparrón de sensaciones. Yo no fumo, ni bebo. Estoy sólo bajo los efectos de mi pasión por la música y la imaginación.
Vuelca todo el cielo para mí, Angel mío, haz que todas esas estrellas me vistan de lujo.
Soy una Cenicienta llena de magia, que nunca deja que su preciosa calabaza se convierta en carroza de lujo. Mi dulce calabaza me transporta al País de los Sueños, salgo por su diminuta puerta vestida con cabello de ángel, desciendo por su escalerita calzando unos zapatos forrados de pepitas y me espera un Príncipe tan soñador como yo, capaz de bailar sobre una silla, al compás de una bella música, reflejado en unos simples azulejos brillantes.

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