viernes, 5 de junio de 2009

¡CUANTA AGUA A TU ALREDEDOR ¿EH, SIRENA?!


A veces cuesta mover toda esa agua, es como si no tuviera la suficiente fuerza en los brazos. Cambio entonces el estilo croll, por braza. Ahí juegan las piernas, toda la fuerza se concentra en las piernas. Es cuando me doy cuenta, que no soy una Sirena. ¡Ya quisiera yo, ya! Tan sólo soy una mujer.
Si fuera una Sirena, no tendría esas profundas dudas que a veces me hacen pensar "me estoy perdiendo algo, pero no soy capaz de darme cuenta de qué es". Pronto me olvido, me río, bromeo, me ocupo de mis cosas, hasta que por enésima vez, saco el matamoscas imaginario.
Es cuando pienso, ya has echado mano del matamoscas ¿cuantas veces en poco tiempo, Sirena? demasiadas. ¡Que pena! Piénsatelo.
Me he acordado de una película que quiero volver a ver, por la tremenda mezcla de sentimientos que me dejó dentro. "Forrest Gump". ¡Como corría ese tipo! Me hizo resbalar las lágrimas esa música de piano de fondo y ese "raro" para los demás corriendo sin aliento. ¡Corre, Forrest, corre!
Creo que todos sentimos alguna vez esas tremendas ganas de echar a correr, yo la primera. Pero... ¿en qué dirección?
Luego medito, y medito, y medito. No. La solución no es echar a correr.
La clave me la ha dado la dulce mirada de Sara. Me acerco tanto, que se queda bizca.
Tal vez retrocediendo unos metros, consiga ver con claridad qué es lo que no consigo ver desde tan cerca. Mi corazón, que es de quien me fío, todavía no me dice "¡corre, Forrest, corre!".

No hay comentarios: