sábado, 23 de mayo de 2009

CREMITA + COLLAR

Un collar azul celeste me acompañó ayer. ¿Bonito? ¡Precioso! Un lacito de gasa del mismo color, le pone gracia y glamour, y lo hace diferente.
Con una cremita para la cara, lo regalaban. No compré la crema por el collar, me la ofreció la farmacéutica.
Habia otra crema, con otro collar, color rosa palo.
La elección era fácil. La cremita con el collar azul, era para pieles maduras, super hidratante. La del collar rosita, para pieles jóvenes. Estaba más que claro cuál era la mía.
Me dije, perfecto, adoro el azul celeste, porque adoro el cielo y el mar. Me fascina no saber si el mar es azul, porque el cielo se refleja en él, o es al revés. Cojo agua del mar entre las manos, y es transparente. Pero nunca podré alcanzar el cielo para pellizcarle un cachito. Siempre existirá el misterio que envuelve a ambos. Nunca se romperá ese lazo imaginario y precioso que los ata libremente. Cierro los ojos, y con las dos manos, anudo el cielo con el mar.
Adoro mezclar mi madurez con la fuerza de mi juventud interior, o con la naturalidad de la niña que llevo dentro, espero que me dure mucho, mucho tiempo.
Porque esa mezcla es lo que hace que tenga ganas de escribirle a mi Popo, contarle cosas. Pero Popo, soñar dormida contigo, como anoche, es lo que no puede ser, porque no llevo yo las riendas. Despierta sí, Popo. Dormida, no. Me frotaré con masajes circulares esa cremita para piel madura, para que penetre bien por los poros, ¿eh, Popito de mi corazón?
Dicen que el amor es egoísta. Yo no estoy de acuerdo.
No. El amor es bondad, si es bueno.
Cuando pienso, dejaré de mantener el tipo, fingiendo que no me pasa nada, sé que es alejándome la manera de conseguirlo. Sólo me hace dudar si mi ausencia te entristecería. Y éso es lo que me hace estar cerca. Así de grande yo te quiero.

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