jueves, 17 de septiembre de 2009

¡EH, OTOÑO!


Mi querido Otoño, esta vez me pillas bien, muy pero que muy bien.
Adoro lo que haces con los árboles, ¡es una transformación tan natural!
El color de sus vestidos cambia paulatinamente hasta rendirse por completo a tu presencia, quedándose desnudos.
Te espero Otoño, con tremenda Magia en el corazón, con tremendo convencimiento de lo que quiero, y con una enorme mezcla de fuerza y de dulzura.
Te espero Otoño, con los brazos abiertos. Bajarás naturalmente la temperatura ambiental, y yo tengo una enorme ilusión por comprarme complementos nuevos, me envolveré en preciosas bufandas, a juego con los guantes y ¿por qué no? este año, me atreveré con un gorrito. ¡Estaré preciosa, Otoño! ¡Preciosa para mí misma... y para tí!
Y de nuevo ¡castañas para calentar y tiznar las yemitas de los dedos!
A través de tí, mi querido Otoño; a través del primer dientecillo de Sara; a través de su atrevimiento de ponerse de pié agarradita al sofá, a través de la preciosa novia de mi hijo menor, a través de tantos y tantos cambios, una vez más, mi Caballero Silencioso, llamado "Tiempo", me acaricia con delicadeza, mientras me susurra, "continúa a mi lado, Princesa".

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