miércoles, 2 de septiembre de 2009

APRENDER A QUERER


No es demasiado fácil aprender a querer.
Cuando lo hacemos desde las entrañas, tenemos que superar un cierto aprendizaje.
¿Quererlo como a las flores? Exactamente.
Adoro las flores, no hay mejor adorno ni perfume más natural. Pero me apena cortarlas y colocarlas en un jarrón. ¿Cuánto duran? Poco.
Pues las personas son como las flores, tenemos que aprender a quererlas respetando su belleza en la libertad de su jardín.
No siento ninguna satisfacción al ver como se van muriendo poco a poco en mi salón. Me mustio con ellas. Prefiero darme un lento paseo por su hábitat natural, embriagarme de su belleza y de su perfume, y no dañarlas.
¿Por qué? Simple. Porque las llevo en las entrañas. Cierro los ojos, y en sueños tengo veinte mil jarrones adornando mi interior.
Cuando paso entre ellas, no tiemblan ante una mano despiadada. Me lo agradecen soltando el más suave de sus aromas.
A primera hora, el rocío se resbala por sus pétalos. Sé lo que quieren decirme con cierta tristeza, ésto "lo siento, tendrás que quererme así, no intentes arrancarme y llevarme contigo. Puedes pasearte por mi jardín las veces que quieras, y siempre te llevarás mi belleza y mi perfume contigo. Pero...quiéreme, quiéreme siempre, tanto como yo a tí"

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