miércoles, 25 de marzo de 2009

LOS JARDINES DE MI CIUDAD


Es una suerte que mi destino haya sido Vigo. Adoro mi ciudad, su clima, sus playas, sus montes y todo lo que la rodea y la envuelve.
Los jardineros han hecho milagros, aliados con la primavera. He visto desde el autobús todos esos pensamientos amarillos y violetas, a un lado de una de las principales avenidas. Al otro lado, tulipanes enormes, de diferentes colores. Los blancos me han puesto un poquito melancólica, me han hecho pensar que en invierno, los elegí para sorprender a alguien especial. Se me aguaron los ojos. Los rojos, en cambio, me han recordado el pequeño tupper lleno de fresas cortaditas, rociadas con gotas de limón y espolvoreadas de azúcar que llevaba en el bolso para merendar. Se me aguó la boca. Ese interruptor que pone en marcha la sensibilidad, ¿dónde demonios estará colocado? ¿y quien habrá dado una intensidad para cada persona? ¿Se podrá cambiar a mayor o menor potencia, como el cuadro eléctrico de mi casa? Lo malo es si se estropea, debería existir una especie de ITV sentimental. Aparte de los otorrinos, los gines, los dentistas, los traumatólogos, y todos esos profesionales que por suerte existen. Sí, debería haber un nuevo oficio, una formación profesional para los parados, que hay muchos, “Técnico en ITV Sentimental”. Tal vez receten una caja de risas, dos de buen rollo y de regalo en una de ellas, una especie de prisma a través del que miraremos de manera diferente.
He tenido que hacer una redacción en portugués sobre la primavera, para un trabajo de la Escuela, y me ha resultado más fácil de lo que pensaba. Es el hechizo que esta estación del año tiene sobre mí. El cuadro más bello que hay colgado en las paredes del año. Color y vida. ¿Polen? ¿Estornudos? Todo forma parte de esa maravillosa sangre que corre por las venas, que reacciona ante los estímulos, que un motorcito se encarga de bombear y nos recuerda con cada latido que estamos más que vivos. ¿Y ese mar? Mucho más azul que en invierno. ¿Por qué será? Tan sólo porque el cielo es super presumido, le encanta mirarse al espejo y ver lo bello que es. Y ese puntito que le falta, lo pone Lorenzo, que virtualmente se baña rozando la superficie y salpicándola de destellos. Es tan atrevido que parece decirnos “muchacha, si te atreves a mirarme, hazlo con gafas de sol, estás avisada".
¡Ay que vida ésta! Y sólo tenemos una, aunque yo, sinceramente, la vivo con tanta emoción, que no tendría energías suficientes para vivir dos. O tal vez sí, pasando de vez en cuando por el Técnico en ITV sentimental.

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