
Canuto era un señor de mediana edad, claro que como yo era una niña, para mí era mayor. Estaba casado con Mery.
Mi mami nos mandaba alguna tarde a mi hermano y a mí, a buscar una botella de leche a casa de Canuto. Mery también hacia queso. Yo era una niña y no podía entender por qué en aquella casa habia leche y queso, y en la mía no. La vaca estaría por algún lugar de aquel inmenso patio lleno de frutales.
Tampoco podía entender por qué razón Mery era una mujer sonriente y agradable mientras nos llenaba la botella de leche, y en cuanto aparecía por la puerta Canuto, hacia una mueca feísima con la nariz y los morros de le torcían un poco. El ni la miraba. Lo conté en mi casa y fue tan gracioso que siempre me decían "a ver, ¿cómo hace Mery cuando llega Canuto?". Mi padre todavía lo hace a estas alturas.
Una tarde, encima de la mesa de la cocina de Mery y Canuto, habia tremenda cesta llena de huevos. Yo hacía meses que no podia comerme un huevo "salcochado", como decíamos nosotros, porque no había. Mientras Mery iba a buscar la leche, miré a mi hermano y no pude resistir el impulso de robarme uno de aquellos huevos y esconderlo detrás de la espalda. A Mery le gustó mi vestido, me hizo girarme de frente y de espalda para verlo bien. Yo con el huevo para alante y para atrás, pero conseguí llevármelo. Salimos corriendo con la botella de leche y yo con mi tesoro en la mano. Mi mami me regañó y no me lo quiso "salcochar". "No mi hija ¿y si está envenenado?". Le hice caso y me quedé con las ganas. Nunca se me olvidó aquella tarde y supe que mi mami se lo contó a Mery, que le dió mucha pena y le regaló no uno, sino una docena.
Nunca supe tampoco por qué Canuto tenía fama de tacaño en el pueblo, yo era feliz y no me preocupaba lo más mínimo, allá los mayores con sus problemas materiales. Pero ahora pienso que sí que era tacaño en dar amor, por éso a ella se le retorcía el morro cuando sentía entrar por la puerta aquello que no ofrecía besos, ni carantoñas, ni juegos, y nunca le diría nada bonito al oído.
Mery, ese Canuto se hubiera merecido que encontraras cariño en otra parte, y lo robaras, como hice yo con tus huevos. Con perdón.
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