domingo, 5 de octubre de 2008

¡POBRE SIRENITA!


Tú sí que has cometido un grave error, Sirenita. Has dejado que tu corazón tome las riendas y se comporte como un malcriado.
Él tiene piernas y no puede respirar en la profundidad de tu mar. Tú tienes una preciosa aleta, podrías respirar fuera y dentro del agua, pero tu amor por él, te ahoga, estés donde estés.
No vendrá nadie con una varita a cambiar tu aleta por piernas. Ni sus piernas se convertirán en aleta.
Te sientas al sol dia tras dia, en esa pequeña roca, y desde allí, lo ves pasar. El se ha fijado en tí, Sirenita, porque tu lamento silencioso es como un grito, y lo ha oído. ¡Que bonita Sirena! piensa.
Vuelves a la profundidad de tu mar, y te conformas con soñar que cuando él pasa, y tú no estás, se pregunta ¿dónde estará la Sirenita? y cuando vuelve a pasar, y te ve, se alegra y piensa para sí ¡que maravilla volver a verte, Sirenita! ¡te eché de menos!
Hay millones de peces de coral que nadan a tu alrededor, rozan tu aleta, pero tú ni siquiera los ves y mucho menos los sientes. Tu malcriado corazón te late en las sienes diciéndote "has conseguido que él, a su manera, se fije en tí, confórmate con ésto".
Y yo, "tu sentido común", que afortunadamente escuchas "cuando quieres", te dice: "deja de salir a la superficie, quédate en la cálida y profunda transparencia de tu mar, el ritmo de tu respiración volverá a ser armonioso y tu corazón lo entenderá".

No hay comentarios: