viernes, 3 de octubre de 2008

AROMA DE VIOLETAS


El agua de violetas me acompaña desde mi más tierna infancia. No conozco aroma más suave y más dulce que éste. No era fácil encontrar aquel pequeño frasquito, que era para bebés, pero mi madre siempre lo conseguía. Sigo oliendo a violetas, y cuando alquien pasa a mi lado dejando este invisible rastro, olfateo y muevo mi nariz como un cerdito. Es como una "atracción fatal". Hay caramelos con este sabor, la primera vez que los ví, me sorprendieron, los compré y los llevé para casa. Mis niños eran muy pequeños y cuando se lo metieron en la boca, dijeron "saben a mamá". ¡Que gracioso! Y, al mismo tiempo, ¡qué mágico el poder de los aromas! es como un fuerte sentimiento, flota en el ambiente de manera invisible alertando todos los sentidos.

No hay comentarios: