viernes, 24 de octubre de 2008

LA INOCENCIA


Me encantan las anécdotas de mi mamá, época en que era bella la infancia llena de inocencia. La vida actual está llena de peligros para los mayores, cuánto más para los más pequeños, hay que abrirles los ojos continuamente y vamos matando su inocencia, tienen que estar alerta y no confiarse demasiado.
Mi mamá tiene setenta y ocho años, en la época de su niñez, los bebés venían al mundo en el mismo lugar donde se habían fabricado, en casa. Todo era artesania. Cuando tocaba la llegada del nuevo miembro, cuenta mi mamá que los mandaban a todos para el patio de la casa "a esperar a la cigüeña". Se sentaban todos fuera mirando para el cielo. ¡pero qué gracioso! Cuando al peque le daban la nalgada y empezaba a berrear, se harían miles de preguntas, pero la inocencia era más fuerte que la curiosidad. Y además ¡pobre del que preguntara algo! allí mandaban los mayores.
Cuentan que nuestra inolvidable Lola Flores tenía una gran inocencia, y sin embargo, ¡qué chispa tenía! ¿a que sí? No importa, ambas cosas combinan muy bien y el resultado es adorable.
Mi comadre tiene esa mezcla de inocencia y chispa, y pasábamos muchas horas juntas porque trabajábamos en el mismo lugar, a su inocencia + chispa se añadió mi picardía + invención contínua, quería un bebé y tardaba, lejos de mencionarle a la cigüeña, le dije que "las bolitas" no podian quedarse fuera en el momento de la fabricación, de lo contrario, nada de nada. Nunca hubiera imaginado que me mirara con ojos como platos y con enorme desilusión porque "su fulanito" las dejaba fuera. Conseguí quedarme seria, cual diablito, y no se habló más del tema. No sé cómo se las arregló con su "fulanito", pero la cigüeña llegó y yo soy la madrina de la criatura. Me pregunto ¿a que se debe el honor? A ver si de creerme tan diablilla, la inocente soy yo. Tendré que preguntar.

No hay comentarios: