martes, 2 de marzo de 2010

EL BOSQUE ENCANTADO



Pequeñas casitas con tejados de cristal, por donde las alondras se asoman al amanecer, despertando con su canto a los durmientes.
La hiedra se encarga de revestir sus paredes y las piedrecitas de colores marcan el sendero hasta el río.
La vaquita Clotilda mueve su traserito orgullosa de llevar leche fresca para todos, anunciando su llegada con un alegre tolón-tolón.
Tréboles de cuatro hojas nacen por aquí, y por allá, enredándose hasta formar una alfombra interminable y mullida, por donde desfilan los caracoles.
Las ardillitas juegan al voleybol con una nuez gigante, tropecientos monos se descuelgan de las ramas muertecitos de risa, un par de ositos Panda practican sumo. Una pareja de cisnes blancos nada con altiva elegancia en el lago, ajenos a todo ese alboroto matinal, esquivando nenúfares que navegan como expertos kamikazes.
Lorenzo los mira desde lo alto, con ojos redondos y encendidos, que poquito a poco va entornando, mientras muy despacio baja una persianita, llenándolo todo de un naranja atardecer.
Cuando ella aparece abriéndose paso entre las estrellas, se mira en el río, ¡la muy presumida! se pinta los labios y se empolva la nariz. Revoltosas luciérnagas roban un ramito de jazmin, y vuelan hasta ella para perfumarla, ya está lista, ¡la más bella para su lucero, su eterno amante! El no se queda atrás, no, aparece vestido de gala. Con mano trémula, ella le prende una de las luciérnagas en su corbata. ¡Que bonita pareja celestial!
Dos monstruos se fusionan para hacerse aún más fuertes. Un piano...y un violín.
Por éso el bosque piensa "soy un bosque encantado, encantado de que todos estén aquí".

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