viernes, 26 de marzo de 2010

¿CON TU PIEL EN MIS ZAPATOS?


Verás, Cocodrilo, yo nunca te arrancaré la piel para lucir un precioso bolso a juego con los zapatos. Tal vez, sintético, sí. En realidad, ahora que me acuerdo, tuve unos azules, y que yo sepa, un cocodrilo azul no existe, salvo que te faltara el oxígeno y estuvieras, lo que se dice, cianótico. Pero no enredemos, mis zapatos eran, gracias a Dios, falsos.
Por casualidad me entretuve con un documental, Cocodrilo, en el que tú eras el prota. Oye, nunca hubiera imaginado que tú, que has sobrevivido a los Dinosaurios, has ido adaptanto tu cuerpo para continuar en la tierra, a pesar de esa coraza y esa enorme boca, resulta que eres un romanticón. ¡Vaya por Dios, Cocodrilo! me has enternecido.
Siempre al acecho para comerte algo gordo, pero a la hora de conquistar a la Señora Cocodrila, eres todo un caballero, de esos que ya no quedan.
Nadas a su lado improvisando un delicado cortejo, hasta que al final, ella se fija en tus movimientos, tus poses y tus vibraciones, y se rinde, Cocodrilo, se derrite por tus escamas.
Si eres capaz de comerte vivo al más pintado, con tan sólo dos bocados, ¿que harías si alguien le intenta arrancar la piel a tu dama para fabricar bolsos y zapatos?
Miedo me da tu reacción. Porque con tu delicado y paciente cortejo, te reafirmas en lo que todos conocemos, que eres un grandísimo valiente.

No hay comentarios: