sábado, 6 de noviembre de 2010

EL VENDEDOR DE SUEÑOS



Cuando queda tras de mí la puerta de la oficina, un viernes, a las siete de la tarde, el Vendedor de Sueños, que llevo en mi bolso, me regala ilusiones.
Tomo el autobús, aún falta media hora para que comience mi clase de baile. Con un café delante, me zambullo en las palabras de AUGUSTO CURY, que casi...casi, puedo sentir que me susurra al oído.

Cuéntame, Augusto Cury, cuéntame bajito, mientras me siento en tu regazo, la pequeña historia de la Valiente Golondrina.

"Cierta vez, hubo una inundación en un inmenso bosque. El coro de nubes, que debían anunciar la vida, esta vez, anunció la muerte. Los grandes animales, para no ahogarse, huyeron. De repente, una pequeña Golondrina, completamente empapada, apareció a contracorriente, buscando a quien salvar. Las hienas observaron la actitud de la Golondrina, que les pareció muy llamativa. ¡estás loca! ¿que puedes hacer con un cuerpo tan frágil? Los buitres también graznaron ¡sé realista! ¡date cuenta de tu propia pequeñez! Allá por donde pasaba, la pequeña Golondrina era ridiculizada. Sus alas se movían fatigadas, cuando ¡de repente! vio a un polluelo de pájaro mosca debatiéndose y a punto de ahogarse. La Golondrina se arrojó al agua y, con mucho esfuerzo, tomó al pequeño pájaro del ala izquierda y salió volando, con él en el pico.
Cuando alzó el vuelo, encontró a otras hienas, que no tardaron en gritarle ¡loca! ¡quieres ser una heroína!. Pero ella no se detuvo. Sólo descansó cuando dejó al pequeño picaflor en un lugar seguro.
Horas después, se encontró de frente con las hienas, y mirándolas a los ojos, les espetó "sólo me siento digna de mis alas, si las utilizo para hacer que otros vuelen".

¡que linda novela de AUGUSTO CURY!

Me susurró con tal delicadeza al oído, que de repente, sentí un cosquilleo en mis tobillos, bajé la vista y allí estaba ella ¡la pequeña y valiente Golondrina!
Mirándome a los ojos, me dijo ¡vamos querida, comienza tu clase de baile, he atado mis alas en tus piés!
¡y bailé, bailé como nunca!
Una bella mezcla, Augusto Cury, su valiente Golondrina y... ¡mi preciosa música!

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