lunes, 25 de agosto de 2008

MI QUERIDO OPORTO!!


Mis viajes a Oporto comenzaron para practicar portugués, pero poquito a poco, esta Ciudad y sus personitas, se fueron adueñando de mi corazón hasta sentirme entre ellos como pez en el agua.
El paseo turístico en el barco rabelo, cargaditos de historia, es inolvidable. Mientras este barquito cruza el Rio D'Ouro haciéndole la raya al medio, ese sol de Oporto te abrasa la piel y las gotitas heladas que te salpican, se encargan muy bien de refrescártela. ¡Que sensación! A excepción de una pareja que subió gritándose porque él venía rezagado, con lo cual pensé "estos dos hace mucho, pero mucho tiempo, que deshojaron la margarita" ¡que desperdicio de paseo!
Las tardes en la Avenida Aliados, donde un portuense vestido con modesto traje, señor de cierta edad, tenia un despliegue de aparatos de música, a todo volumen, llenándolo todo con música portuguesa, el espacio vacío lo llenaron unos pequeños increiblemente alegres y atléticos, que debajo de su pantalón corto, traian un bañador. Uno detrás de otro, se fueron tirando de cabeza en la fuente, nadando al compás de aquella música y alborotándolo todo con sus risas. Yo me sentí tremendamente felíz envuelta en aquel ambiente, y cuando un matrimonio de turistas con dos niñas que dejaban una estela de perfume caro infantil, invadieron nuestro espacio para grabar aquella cálida imagen, me sentí incómoda por robar esa intimidad que estábamos disfrutando. "Siéntense, señores, aqui muy cerquita de nosotros, y vívanlo sin más", pensé. ¿Para qué llevarse esa imagen en la cámara? Llévensela en el corazón, nunca se borrará, yo se lo aseguro.

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