Dejé de mirarte, para contemplarte.
Dejé de hablarte, para suspirarte.
Dejé de olerte, para respirarte.
Dejé casi de respirar, para adorarte.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Me imagino a todos los pequeños "¿Por qué?" agarraditos al borde de la cajita, con una muequita de tristeza infantil.
Les doy un empujoncito en la frente fruncida, con la yema del dedo, y pongo una tapita, para que no vuelvan a asomarse al exterior.
viernes, 12 de marzo de 2010
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1 comentario:
Gracias "cabritilla" me ha encantado tu huella.
Paco
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