viernes, 4 de diciembre de 2009
DULCE SEMBLANTE
Mi pequeño Lucas tiene piel de nácar. Su palidez va unida a su paz interior. Parece estar por encima de toda la bravura de la vida. Sonríe suavemente y enseña un par de dientecillos. El resto, sólo encías.
Me mira, me mira y me vuelve a mirar, embelesado.
Hay un tremendo vínculo entre tú y yo, mi bolita blanca.
Te abrazo fuerte, para empaparme de toda tu dulzura.
Te separas un poquito, para mirarme a los ojos. ¿Que te pasa, abu? Pareces preguntar.
Mi corazón se confunde con el tuyo mientras te aprieto contra mí, mi pequeño amor.
¡Eres un ungüento mágico contra el dolor del corazón!
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