Con las pupilas empapadas, contemplé tu Ballet ayer, Alicia.
Como no conseguía ver con nitidez, le dí luz verde a los ojos del corazón. A partir de ese momento, volé. Volé como todos esos bailarines en el escenario.
Y pienso que tú, Alicia, también has preparado esa preciosa coreografía con los ojos de tu corazón.
Es que esos ojos, nunca nunca se quedan ciegos.
Has subido la temperatura del termómetro de mi nostalgia por una buena temporada, Alicia Alonso.
¡Sigues tan bella!
¿Cuantas veces, sin tener que cerrar tus ojos, Alicia, recuerdas las alas que tenían tus piés?
Sí, esos son los verdaderos ojos. Los ojos del corazón.
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